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Foto del escritorDr Yépez

UN DÍA SIN NOCHE.- La importancia del descanso...

Actualizado: 4 mar 2019


Durante la noche nuestro organismo realiza procesos para que cuerpo y mente se regeneren y desarrollen. Dormir es imprescindible para una buena salud.


Parece que todo está en calma, pero mientras dormimos nuestro cuerpo se regenera, consolidamos la memoria y "desconfiguramos" redes neuronales que podrían ser perjudiciales para nuestra salud mental.

Mantener un horario constante y eliminar interferencias son dos claves para favorecerlo.


Científicos aseguran que, si tenemos en cuenta la expectativa de vida actual, pasamos casi una tercera parte de nuestra vidas durmiendo. Ciertamente, si pasamos tanto tiempo durmiendo, posiblemente sea, porque es algo vital y necesario para nuestro organismo; muchas veces intentamos hacerle caso a nuestro cuerpo pero la serie de moda o una buena película son suficiente estímulo para dejar de lado nuestras buenas intenciones. Lo cierto es que “no valoramos la importancia de tener un buen descanso hasta que padecemos de insomnio”, es decir, no valoramos el hecho de dormir hasta que por una u otra razón comenzamos a privarnos del sueño; primeramente nos invade un incómodo malestar, con la característica principal de una sensación de cansancio extremo y de ahí se desencadenan otro tipo de síntomas, cada vez más graves. El hecho de no dormir, afecta nuestro rendimiento en cualquier actividad cotidiana, “una de las funciones principales que se le atribuye al sueño es su capacidad restauradora, tanto para el cerebro como para el cuerpo en general”.


Un tercio de nuestra vida la pasamos durmiendo. Si vivimos 90 años, estaremos 30 durmiendo: 22 y medio en un sueño profundo y siete y medio soñando.

Pero no es tiempo perdido. Es un estado activo durante el que se producen cambios metabólicos, hormonales, en el aprendizaje, en la memoria... y en el que influyen multitud de factores.


Dormir no sólo es un placer, es saludable y necesario; algo que muchos no valoran hasta que comienzan a sufrir algún tipo de trastorno.

El sueño, como otras funciones vitales (presión arterial, temperatura, niveles hormonales, de atención...) responde a un ritmo circadiano (con un patrón de 24 horas), regulado por un "reloj interno" –el núcleo supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo– y es sensible a la influencia de sincronizadores del entorno, especialmente a la luz.


Durante el sueño cortamos los estímulos externos, porque el tálamo (puerta de entrada de la información de los sentidos) entra en un ritmo autogenerador impidiendo el paso de datos sensoriales hacia la corteza.

Por el contrario, se producen estímulos en el tronco cerebral, que se dirigen a la corteza visual occipital y nos permiten generar la información que construirá nuestros sueños.


Aunque no seamos conscientes, el cerebro está en constante recopilación de información y aprendizaje, mientras dormimos esa actividad se detiene y el cerebro de dedica a procesar todo aquello que ha ido adquiriendo en el día.


La razón es que nuestro cerebro necesita dormir para sobrevivir, así de fuerte y directo. Resulta que el cerebro necesita tiempo para desechar la "basura cerebral" que acumulamos durante el tiempo en el que nos mantenemos despiertos. El sueño es casi obligatorio para que nuestros "limpiadores mentales" cargados de líquido cefalorraquídeo salgan y hagan su trabajo, llevar estos desechos hacia el hígado para su eliminación.

¿Por qué mientras duermes? Durante este periodo las neuronas reducen su función a la mitad, haciendo que las vías de tránsito estén más fluidas, De esta manera la limpieza es más sencilla.

Tal vez habrá días en los que no podrás conciliar el sueño; no lo tomes a la ligera, pero tampoco comiences a auto medicarte.


"La falta de descanso puede condicionar en gran forma nuestra manera de comportarnos."




Mitos y verdades sobre las consecuencias reales de la falta de sueño.





MITO 1 (M1): Somnolencia diurna. “Me duermo parado” Nuestro cuerpo resiente de inmediato la falta o mala calidad del sueño; por eso al día siguiente el cuerpo trata de compensar ese faltante, lo que muchas veces hace que nos sintamos cansados y sin energía, trayendo como consecuencia que muchas veces uno pueda quedarse dormido en situaciones en las que habitualmente nadie se imaginaría que fuese posible.

M2: Depresión. “Es culpa del sueño” Hay estudios que afirman que una mala calidad del sueño desencadena depresión, sobre todo cuando el insomnio es prolongado. Resultaría erróneo tratar de atribuir problemas de depresión únicamente a la falta de sueño, sin embargo, es muy evidente que el no descansar correctamente de forma prolongada va a alterar, entre otras cosas, nuestra actitud y energía para desarrollar las actividades físicas y mentales del día.

M3: Irritabilidad. “Si no duermo me pongo intolerante” No dormir bien altera nuestro sistema nervioso, lo cual provoca cambios en el estado de ánimo, haciendo que nuestra tolerancia sea poca o nula frente a alguna situación, aumentando la sensación de frustración y restando claridad para la toma de decisiones. Definitivamente un cóctel explosivo para nuestro compañero de oficina.

M4: Estrés. “Por eso no duermo, no al revés” Si bien, la mayoría de las veces, se trata de una causa dé, podría considerarse también una consecuencia. Uno de los principales motivos por los cuáles se minimiza la presencia del insomnio crónico, resulta también una de sus primeros síntomas. Resulta casi evidente que frente a un sistema nervioso alterado, bajo desempeño intelectual y poca predisposición al intercambio social, el estrés asomará, también, como una consecuencia inevitable. Un terrible círculo vicioso.

M5: Falta de concentración. “No puedo resolver cuestiones extensas” Al no dormir, nuestro cerebro no tiene su proceso de limpieza lo cual desencadena que no podamos concentrarnos en algunas actividades. Si a eso le sumamos el no poder fijar la vista en una lectura sostenida y menos aún frente a un monitor de computadora, sin dudas nos volveremos una persona más propensa a los 100 metros que a las maratones.

M6: Accidentes. “No sé qué me pasa, estoy torpe” La falta de concentración y el estado somnoliento ha sido culpable de un sinnúmero de accidentes; ya sea de tránsito o laborales, sobre todo cuando se hace uso de alguna herramienta, vehículo o maquinaria. Se trata de algo totalmente consecuente si le sumamos la afectación a la motricidad fina. Es lo más parecido a jugar a la ruleta rusa.

M7: Desorientación. “De a ratos me pierdo” Nuestras capacidades intelectuales se ven afectadas por no dormir y tristemente es normal sufrir desorientación; desde no reconocer un lugar hasta ir a algún lugar sin razón aparente. Aquellos que lo han sufrido, sabemos que esa sensación de extrañeza no es nada agradable. Esa sensación de pararse alterado por haber olvidado un tema importante, caminar dos pasos muy decidido y luego comenzar a desacelerar por no recordar a dónde se dirigía…

Por qué necesitamos dormir bien.

Durante la noche pasamos por distintos estados de conciencia que se reflejan en ondas de frecuencia variables. En algunos la actividad encefálica es similar a la del estado de vigilia; en otros, es diferente hasta el punto de generar cambios en genes específicos para el cerebro.

Durante la noche pasamos por dos fases muy diferentes, el sueño "no REM" y el sueño REM (del inglés Rapid Eye Movement, "movimiento ocular rápido"), hasta despertar.

Desde un estado de vigilia activa (ondas beta) entramos en un estado de vigilia relajada (ondas alfa) y de ahí al sueño "no REM", pasando sucesivamente por los estadios cada vez más profundos hasta llegar al primer "estadio 4 no REM" (ondas delta), muy profundo y reparador, que dura unos 40 minutos.

A partir de este momento, el sueño se va haciendo más superficial hasta llegar de nuevo a una fase REM (con ondas beta y theta) de unos 20 minutos. Desde que nos acostamos hasta este momento pueden haber transcurrido de 60 a 120 min.

A partir de entonces se van sucediendo ciclos "no REM"/REM de unos 90 min, con una característica: el tiempo de las fases REM aumenta y el de las "no REM" disminuye.


Las funciones del sueño "no REM" y del sueño REM.

El sueño "no REM" regenera nuestro cuerpo y su duración a lo largo de la noche suele ser de unas seis horas si dormimos ocho.

Durante las fases "no REM" nuestro encéfalo está inactivo y el cuerpo, activo: baja el consumo de energía, disminuye el metabolismo y el consumo de oxígeno y aumenta la síntesis de proteínas en la corteza cerebral. Se activa el sistema parasimpático y, en consecuencia, las frecuencias cardiaca y respiratoria son más lentas.

Y, sobre todo, en los "estadios 4 no REM" se potencia el sistema inmunitario y se sintetiza gran cantidad de hormona de crecimiento.


El sueño REM, por su parte, regenera el cerebro, influye sobre la actividad de genes y repara moléculas. Su duración total es de unas dos horas. En él, el cerebro está activo y el cuerpo, inactivo; los músculos están paralizados, a excepción de los oculares, los respiratorios y los del oído interno.


En estas fases consolidamos la memoria y el aprendizaje y "desconfiguramos" redes neuronales que podrían ser perjudiciales para nuestra salud mental.


El sueño reparador favorece nuestra salud mental.


La información que organiza (como un conmutador) nuestro cerebro se origina en el tronco cerebral y, a través del tálamo, se dirige a la corteza visual occipital para crear las imágenes que conforman los sueños. Aunque no los recordemos, a través de ellos y gracias a la sabiduría de nuestra esencia cuidamos nuestra salud mental: somos paranoicos de noche para no serlo de día.

En las fases de sueño REM pueden presentarse pesadillas, sueños complejos e impactantes relacionados con situaciones que creemos amenazantes. Algunas personas son capaces de generar sueños lúcidos (ser conscientes de que sueñan mientras sueñan), que son una oportunidad creativa para la búsqueda de soluciones y auto conocimiento.


En los "estadios 4" de las fases del sueño "no REM" pueden darse fenómenos como sonambulismo, articulación de frases de difícil comprensión o terrores nocturnos en los menores de 7 años.

Como vemos, dormir y soñar forma parte de un perfecto engranaje que nos interesa proteger al máximo, pues de él depende en buena medida nuestra salud y nuestro bienestar.


Como te habrás dado cuenta mientras leías esta nota, todas las consecuencias están conectadas una con otra y la gravedad va en aumento, no esperes a que las cosas se compliquen; recuerda que lo más importante es tu salud; en caso de que te identifiques, te recomendamos consultar a un especialista antes de tomar alguna decisión o iniciar algún tratamiento.


Dr. Ypz.


FUENTES:

"CUERPOMENTE" - Dra. Rosa Casafont

Revista Médica de la Universidad de Veracruz.

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